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SIGUES EN MÍ

  • Ana Ocaña
  • 7 may 2017
  • 1 Min. de lectura

Aún huele a azahar en nuestra casa. Sigues madre en el recuerdo de mi infancia,

donde los olores perfuman el alma,

recordando amaneceres que no acaban.

Aún escucho la parvada de gorriones cantando, y el jardín floreciendo cada mañana. Porque madre, aún huele a despertar entre tus brazos.

Sigo siendo aquella niña, que jugó con fuego muchas veces en la vida,

fuego que tanto quemaba,

y apagaste con tus lágrimas. Mi madre la única estrella, que en mi firmamento, sigue encendida. No la apaga el tiempo.

Ella es el fresco río que fluye en mis retinas. La infinita valiente, que sin estar a mi lado camina

como un roble que nunca se desanima. Es mi madre, la que me cosió sonrisas. Fue sembrando sueños mientras dormía. Se dejó la piel en mis muchas heridas. Recoge todos mis fracasos, aunque se lastima, pero sigue al pie del cañón: es la heroína de la hoguera de mi vida.

Mi madre, la guerrera incansable, siempre en el frente de batalla. La caracola de mi arena salada. Esa calmada ola que entre dolor y espuma se moja. La diosa de mis muchos altares, la que me anidó en su vientre, y me alimentó siempre de verdades.

Se marchó sin cerrar la puerta, y en cada nube me llama.

Porque sé que seguirás en mí...


 
 
 

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© 2017 por Ana Ocaña Azor

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